miércoles, 25 de enero de 2012

5,68 millones de euros, comprate un anillo



Si queréis casaros creo que nadie se atrevería a deciros que no con este anillo.












Joyeros Moussaieff es el nombre de la casa joyera que compró, por importe de unos 5,68 millones de euros, un anillo con un raro diamante azul de 6 quilates, en la subasta celebrada en el Centro de Exhibiciones de Hong Kong.

El récord hasta ese momento estaba en una compra realizada por unos 972.000 euros. Durante la misma subasta una esmeralda verde de origen colombiano de 47,6 quilates, la “Irving Berlin Emerald” fue vendida por unos 2,1 millones de euros.
 Para los que se pregunten o digan que no es gran cosa el diamante azul es una de las gemas mas caras del planeta y es toda una rareza. El diamante azul, que obtiene su coloración como resultado de las pequeñas cantidades de boro en la estructura cristalina de la piedra, es también la más cotizada.

Aunque engarzado como un anillo, el verdadero valor está en la piedra. Tras una intensa puja, el diamante azul de 6,04 quilates alcanzó la cantidad de más de 940.000 euros (1,32 millones de dólares) por quilate. El precio rompió el récord de 20 años que mantenía el 'Hancock Red', un diamante rojo por el que se llegó a pagar en su día 660.000 euros por quilate, dijo Sotheby's.
 Aunque no sea una piedra enorme, el diamante tiene un apreciado corte y un tono "azul vivo de fantasma", factores que contribuyeron a su precio récord, más o menos 10 veces el precio por quilate de un diamante blanco normal

El anillo viene utilizándose como adorno de la mano en toda clase de personas ya desde el antiguo imperio egipcio, según lo han revelado los hallazgos realizados en sus tumbas. No parece que fuera conocido por los caldeos y asirios pero sí por los persas, fenicios, griegos, etruscos, romanos y demás pueblos occidentales, y hasta se ha encontrado aunque en forma muy sencilla en sepulturas prehistóricas de la primera edad de los metales. El material empleado en los anillos ha sido por lo común el oro, la plata, el bronce y el hierro, sin que hayan faltado anillos de marfil, de ámbar y vidrio. En ocasiones, los fabricados con materiales menos nobles se hallan recubiertos por una lámina de oro.


Pero no debe olvidarse que en la Edad Media fue muy común decorar anillos y otros objetos de orfebrería con gemas que pertenecieron a la civilización griega o romana y en tales objetos la forma del anillo y la ornamentación que pueda llevar serán datos importantes para descubrir su origen. En los anillos que se hicieron por los cristianos de los primeros siglos y de los que se han hallado numerosos ejemplares en las Catacumbas, se conoce su origen por los símbolos cristianos y las inscripciones que ostentan. Posteriormente, la Iglesia los adoptó para uso de los prelados.
No siempre se destinaron los anillos a ser ornamento de la mano, sino que, a menudo sirvieron exclusivamente para sellar y otras veces se aprovecharon para suspenderlos en los collares o para moneda o bien como objeto simbólico, de distinción y como superstición. Ni en todos los pueblos ha sido uniforme y libre la costumbre de adornarse las personas con anillos pues mientras que las tribus indígenas los han llevado hasta en los dedos de los pies, otros pueblos se los ponían únicamente en la mano derecha o en ambas manos, ya en todos los dedos ya en el dedo medio o en el anular tan sólo.
Entre los romanos fue privativo de las clases nobles o distinguidas el uso de anillos de oro hasta que Septimio Severo, a finales del siglo II lo concedió al ejército y posteriormente, Alejandro Severo lo extendió a todo ciudadano romano.
En los primeros tiempos de la república, los senadores llevaban un anillo de hierro y los embajadores otro de oro. En Venecia, creyéndose los dux ser dueños y esposos del mar, renovaban todos los años sus esponsales arrojando al Adriático el día de la Ascensión un anillo de oro. La entrega de un anillo entre los árabes equivale a una promesa de matrimonio. Los romanos llevaban el anillo en la mano izquierda, los hebreos en la derecha, los griegos en la izquierda, precisamente en el dedo que hoy llamamos anular y los galos y bretones en el dedo medio. Los soldados cartagineses llevaban un anillo por cada campaña. Fue signo de esclavitud y se aplicaba como castigo.                              





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